Para hablar con otros, no necesitamos unas técnicas muy complicadas. Solo se requiere de humildad, dulzura y verdad. La humildad torna cualquier palabra, por más dura que sea, en una fresca y suave. Además, cuando uno se inclina, también lo hace el otro. La humildad genera humildad y hace que las relaciones sean efectivas. Pero, al agregar dulzura y suavidad a las palabras, sin falsedad, sino una honestidad y transparencia verdadera, entonces el otro aceptará aún las más duras verdades. Sin duda alguna decir la verdad es fundamental y mandatorio, pues así está escrito, pero hay que hacerlo de la manera correcta. Ser dulce no es sinónimo de complacer al otro a partir de sensaciones falsas o de sentimientos de los cuales nosotros mismos no estamos convencidos. Al contrario, significa hablar desde el corazón y con el corazón, sin esconder nada, para que el otro entienda total y completamente. Si así lo haces, verás la mágica sonrisa que en la cara del otro surgirá.
Habla hoy con honestidad…. utilizando palabras fragantes. Habla con el corazón. Y recuerda…Sobre toda cosa guardada guarda tu corazón; porque de él mana la vida. Proverbios 4:23
Dios te bendiga!